Alianza Lima jugó sin público en Matute, pero igual se motivó y pudo salvar el invicto en su estadio. Fue 1-1.
No hay nada más triste y vacío que jugar sin gente, sin hinchada. Pero los malos comportamientos, se pagan. Y Alianza Lima tuvo que afrontar la última fecha así: sin un Comando que los aliente a conseguir la palabra que tanto aman: La Victoria.
No hay nada más triste que mirar atrás y darse cuenta que tuvieron todo para ser campeones. Pero los arequipeños cayeron en el tramo decisivo y fueron quedándose atrás, por eso llegaron a este partido esperando milagros.
Con este panorama se jugaba el Alianza-Melgar. Con el agregado del morbo y la duda sobre si los grones les darían una mano a los cremas si a estos últimos se les daba el resultado en Chiclayo.
QUEDARON A MANO
Minzún Quina metió un fierrazo que, si bien no pudo silenciar Matute porque no había gente, quedó como uno de los mejores goles del Apertura. Bombazo letal que Forsyth vio pasar como un misil.
Castigo para los blanquiazules que salieron desganados y sin hambre. Pero, como no podía ser de otra forma, se acordaron que vestían una camiseta histórica y reaccionaron. Ya no importaba que no haya público igual había que recuperar el paso. Entonces Gabriel Costa puso el empate. Recibió un pivoteo de Montes y calmó un tanto las aguas.
En Matute entonces, ya con el resultado puesto kilómetros a distancia. Se quedaron con la conciencia tranquila. No hubo suspicacia. Sin embargo, terminado el partido. Sanguinetti abandonó el banco y lo miro de reojo´, quizá por última vez. Su destino es incierto. Sus hinchas ya no lo quieren y se lo dijeron de corazón a mitad de semana.
En Arequipa, se quedaron otra vez con las ganas. Reynoso le impuso carácter a sus dirigidos, pero alguien tendrá que trabajar con ellos en cuanto a concentración en momentos claves del campeonato.
Solo así en Arequipa podrán erupcionar y por fin campeonar.
POR: Adhemir Cavero Chavera
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