El embalaje de la localía no alcanzó para los 90 minutos.
Polonia empezó como una avalancha que amaneraba con sentenciar muy pronto el
juego, pero terminó siendo presa de la experiencia griega para simplemente
rescatar el empate 1-1 que lo deja mal parado de cara a los duelos ante
República Checa y Rusia.
La autoridad del anfitrión fue más en gran parte del primer
tiempo. Polonia apeló a poblar la media cancha con la intención de manejar la
pelota, acortar los espacios y cerrar cualquier intento de salida por parte del
cuadro helénico.
Una doble contención y dos volantes que en gran parte del
partido se convirtieron en extremos naturales, fueron la clave para que el
equipo de Smuda se pusiera en ventaja en el marcador y al menos tuviera un par
de oportunidades que no supieron concretar y que al final les paso factura ante
un oportunista Grecia.
Murawski dio el primer aviso luego de una serie de rebotes
en el área que develaban la endeble defensa visitante y el hambre polaca
alentada por más de 50 mil espectadores.
Blasczcykowski, quien empezó como volante y ya era un
delantero más por la derecha se combinó de gran forma para hacer una pared que
desestabilizó por enésima vez a la zaga helénica. El “16” polaco se enfiló al
área y engañó a todo mundo, incluido a Lewandowski, quien no esperaba el centro
y se tiro tarde a rematarlo.
La revancha apareció pronto. Nuevamente por derecha se abrió
una avenida que Murawski aprovechó para meter un centro que Lewandowski picó
ante la salida del arquero para hacer explotar a los más de 50 mil espectadores
que se dieron cita. Polonia ya estaba en su torneo.
Un remate de Gekas que pasó desviado de la portería había sido la única llegada de Grecia y todo parecía terminar cuando en nueve minutos Papastathoupolus se hizo expulsar por doble amarilla, dejando a los visitantes con 10 hombres y con desventaja en el marcador.
El partido era relativamente justo. Polonia había hecho lo
suficiente para ir ganando pero no para sentenciar el juego. Fue entonces
cuando apareció el oportunismo de Grecia.
Los recuerdos de la Euro 2004 llegaron cuando una buena
jugada de la promesa griega, Ninis, terminó en un centro que ni Szczesny ni la
defensa pudieron despejar, dejando la mesa puesta. Salpingidis adelantó el pie,
golpeó el balón y silenció Varsovia.
Entonces apareció un héroe inesperado. Desde la banca saltó
un improvisado Tyton con menos de 10 partidos internacionales para enfrentarse
a los 35 años y 120 partidos internacionales de Karagounis. La batalla la ganó
el local desde que llegó al arco.
Grecia dejó ir la oportunidad de llevarse las tres unidades
con un tiro flojo y a la derecha que Tyton mató para revivir al Nacional de
Varsovia y a las aspiraciones polacas en su torneo.
Polonia, conocedor del oportunismo helénico, y Grecia, con la bonanza del empate, no se hicieron más daño.
Polonia, conocedor del oportunismo helénico, y Grecia, con la bonanza del empate, no se hicieron más daño.
EFE
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